Lo cotidiano y lo cósmico


Nosotros, seres humanos, vivimos nuestro día a día, en el planeta Tierra, ocupados a sobrevivir. Como especie, llevamos millones de años preocupados por la supervivencia. Y esta lucha por la supervivencia está en nuestro cuerpo, en la memoria de cada célula de nuestro cuerpo.

Al mismo tiempo, a veces, nos paramos, y miramos el cielo. Contemplamos las estrellas y podemos recordar nuestro origen. Vivimos en la Tierra pero venimos del Cielo.

Mientras estemos en nuestras tareas cotidianas, siguen los movimientos del Cielo. Mientras pongamos en marcha una lavadora, los planetas siguen girando alrededor del sol.

Coexisten en nosotros estas dos tendencias: lo instintivo y lo holístico. Sobrevivimos desde la inteligencia tecnológica, cuya percepción es separativa, la cual nos permite protegernos de otros tribus, modificar la naturaleza para alimentarnos. Al mismo tiempo podemos contemplar. Contemplamos desde la inteligencia vincular (que contiene pero va mucho más allá que la inteligencia tecnológica), cuya percepción es holística, la cual nos permite recordar nuestro origen cósmico común, y sentirnos intrínsecamente vinculados con los otros y el resto del universo.


Coexisten en nosotros el miedo y el amor. El miedo de percibir separativamente. El amor de percibir vincularmente. El miedo a no satisfacer nuestras necesidades inmediatas. El amor de vernos reflejados en el orden cósmico.

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