Contracultura: tema del tiempo de Ortega


“Cada vida es un punto de vista sobre el universo.” José Ortega y Gasset

Por un lado, la vida espóntanea, natural, primitiva, salvaje, genuina, que aún no ha descubierto el otro lado, la razón, la reflexión, la intelección, el mundo inteligible de las Ideas y de los Conceptos, la cultura.

Con el descubrimiento de la razón por Sócrates y su elaboración hasta Descartes y el cuestionamiento de sus límites por la crítica de Kant, Europa ha desarrollado una cultura racional, objetiva, espiritual con sus valores dominantes de verdad, bondad y belleza. Pensar la verdad, actuar con bondad y sentir la belleza. La razón permite construir y definir lo que es verdadero, justo, bueno, bello, etc.

Si en la vida todo es relativo, cambiante, diverso, múltiple, la cultura es absoluta, permanente, una. Así, la vida se pone poco a poco al servicio de la cultura. La vida cobra sentido, valor y justificación en la cultura. Vivir para la ciencia, para el arte, para la política. Vivir para los valores culturales. El sujeto se somete a lo objetivo. El cuerpo al espíritu. Lo inmanente a lo trascendente. Lo biológico a lo espiritual. Lo humano a lo divino. La vida a la cultura.

Vivir desde la razón, el racionalismo, implica que la vida pasada y presente puede ser mejorada, perfeccionada, sometida a las normas de la razón que dice lo que es justo, verdadero, bello, etc. Vivir desde la razón, es vivir para el futuro dónde se proyecta el estado perfecto del mundo (sociedad justa, ciencia verdadera, felicidad, salud, etc.). Vivir desde la razón es decretar que el pasado y el presente tienen que ser mejorados en aras de un ideal que permite construir un futuro mejor. Racionalismo es también futurismo, revolucionarismo, radicalismo, progresismo, idealismo, constructivismo, culturalismo.

La actitud moderna resultante de vivir desde la razón es pues el espírtu de seriedad: el trabajo. Trabajar, esforzarse, sacrificarse en pos de la construcción de un futuro mejor porque racional. Es cumplir con los deberes y obligaciones impuestos por los valores objetivos de la cultura.

Al principio del siglo XX, la cultura europea está en crisis. Una nueva actitud se sustituye al trabajo: el sentido deportivo y festivo de la vida. Ya no se pretende vivir para una meta futura, sino desplegar la potencia vital en el momento presente. Jugar, divertirse, crear.

¿Qué significa?

Significa que la crisis de la cultura con sus productos objetivos, espirituales y transcendentes, consiste en la reaparición de la importancia de la vida. La vida se había sometida a la cultura, a una cultura racional. Ahora la cultura se tiene que someter a la vida. Una nueva cultura aparece, una contracultura, una cultura vital, existencial y orgánica.

Pero no se trata de una vuelta al pasado anterior al desarrollo de la cultura. No se trata de volver a vivir como antes. No es una vuelta romántica al pasado y a la vida espontánea y primitiva y genuina. Si fuese así, se perdería la cultura, la razón, la deliberación, la reflexión.
La vida sin cultura es barbarie, pero la cultura sin vida es bizantinismo. La cultura que se ha separado de la vida es hipocresía e utopía.

Se trata de un cambio de valores. Valorar otra cosa que los valores objetivos. Valorar valores vitales. Y valorar, estimar, apreciar, es un acto de la cultura. Se trata pues de vitalizar la cultura. Poner la cultura al servicio de la vida. Vivir desde valores vitales. La vida se justifica ella misma. La vida cobra sentido en ella misma. La vida vale por sí misma. “La vida existe simplemente para ser vivida.” decía Goethe. “La vida vive para vivir.” escribía ya Eckhart. La nueva actitud consagra y celebra (y estos son actos culturales) la vida misma.

¿Cuáles son los valores vitales? La vitalidad, la espontaneidad, la autenticidad, la actualidad, la sinceridad, la impetuosidad. Una cultura que incita a la acción, una belleza que produce deleite, un pensamiento que se siente con convicción. Vivir la cultura y no solo producir una cultura. Es una vuelta al cuerpo, al presente, al aquí y ahora.

La oposición sujeto-objeto (un sujeto que produce y se somete a una cultura objetiva que se olvida y se separa de su origen, que se ignora a sí misma) da lugar al punto de vista vital, a la perspectiva vital, a la percepción vital, al yo vital.
Estoy situado, ubicado, orientado, localizado. Soy perspectiva, a la vez subjetiva y objetiva. Soy un punto de vista vital, orgánico, experiencial, existencial sobre el universo. Soy unas coordinadas espacio-temporales.

Ya no se trata de moral y de cumplir valores objetivos. Sino de una ética. La ética de ser fiel al punto de vista vital que soy, de ser leal a la perspectiva vital que soy. Soy un ojo de Dios. No hay el punto de vista de la vida, punto abstracto e utópico (sin topos, sin lugar). La vida se experimenta a sí misma desde un infinito de perspectivas o puntos de vista. 

Vivir desde el punto de vista de la vida. 
Vivir desde la perspectiva vital.
Vivir deliberamente para la vida.
Vivir conscientemente desde la vida.

Mejor dicho que la vida: el vivir.

Vivir con conciencia el acto mismo de vivir.

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