Cambio de percepción





“La vida no es un asunto personal.” 
Gilles Deleuze


Desde el paradigma vincular, el ser humano está en proceso, desplegándose constantemente, floreciendo, participando de la naturaleza, del planeta Tierra, del sistema solar y del universo. Participa de un único proceso global, orgánico, unificado y vincular. Si bien cada uno tiene “su” vida, participa de la vida. Si bien cada uno puede sentirse el centro de “su” vida (y por extensión de la vida), en el fondo, cada uno está tejido en una misma trama vincular, una misma red de relaciones, participando de un codestino vincular.

La alternativa es la siguiente: vivir desde la percepción separativa del yo, sintiéndose el centro de “su” vida y separado del mundo que le rodea; o vivir desde la percepción vincular de la vida, descentrándose y sintiéndose participar de la humanidad y del cosmos.

El sufrimiento, pasado o presente, es consecuencia de la percepción separativa del yo. La sanación tiene lugar en la toma de conciencia de que somos vínculos, que todo está interconectado y sincrónico. Tal darse cuenta holístico es sanador.

Sufrimiento y no dolor. Vivir siendo partícipe de la vida que nos incluye pero nos trasciende, es estar en un proceso que implica acontecimientos y encuentros transformadores para el yo. El dolor es inevitable. Vivir con conciencia es vivir lo que hay: la alegría de un hijo que nace como el dolor de un ser querido que muere. 

La propuesta es vivir la vida con conciencia, sin negar lo trágico que también es parte de la vida. Estar en contacto directo con la realidad tal y como es, vivir la vida tal y como ocurre. 
Lo que implica evitar dos extremos ligados a la percepción egocéntrica del yo: por un lado, estancarse, fijarse, cristalizarse, bloquearse (por ejemplo, una tristeza no vivida, un rencor no procesado, un amor no sentido); por otro lado, querer mejorarse, ser siempre feliz, ser el dueño de “su” vida, autoayudarse o cambiarse a sí mismo, y en definitiva pretender crecer separativamente del proceso de la vida desde las pretensiones del yo. 

Sencillamente, fluir con la vida. Humildemente, permanecer evolutivo y vital. Ni más ni menos.

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